sábado, 17 de septiembre de 2016

Miguel HERNÅNDEZ. *. 2






MIGUEL HERNÁNDEZ - 2.-

              




Querido Miguel:
acepta este trabajo sobre tu obra
en señal de mi mas profundo respeto y admiración.
Sé donde estás pues, decir,.. ¿ donde quieras
que estés ? en mi opinión es gran absurdo.
Estás con tu Dios, también el mío.
allí nos encontraremos y me podrás decir
que interpreté mal en mis ilustraciónes, o corto me quedé.
Un abrazo y hasta pronto.



S.Detand

sept 2016





EL SILBO VULNERADO



CONSTA DE CINCUENTA Y OCHO ILUSTRACIONES
 DEL AÑO 1984








EL SILBO VULNERADO





 




1

Para cuando me ves tengo compuesto
de un poco antes de esta venturanza,
un gesto favorable de bonanza
que no es, amor, mi verdadero gesto.






Quiero decirte, amor, con sólo esto,
que cuando tú me das a la olvidanza,
reconcomido de desesperanza
¡ cuánta pena me cuestas y me cuesto !




Mi verdadero gesto es desgraciado
cuando la soledad me lo desnuda,
y desgraciado va de polo a polo.





Y no sabes, amor, que si tú el lado
mejor conoces de mi vida cruda,
yo nada más soy yo cuando estoy solo.




2



Sin poder, como llevan las hormigas
el pan de su menudo laboreo,
llevo sobre las venas un deseo
sujeto como pájaro con ligas.





Las fatigas divinas, las fatigas
de la muerte me dan cuando te veo
con esa leche audaz  en apogeo
y ese aliento de campo con espigas.



Suelto todas las riendas de mis venas
cuando te veo, amor, y me emociono
como se debe emocionar un muerto




al caer en el hoyo ... Sin arenas,
rey de mi sangre, al verte me destrono,
sin arenas, amor, pero desierto.

...




( 1 )  Para cuando me ves tengo compuesto,



3



Gozar, y no morirse de contento,
sufrir, y no vencerse en el sollozo:
¡Oh, qué ejemplar severidad del gozo
y qué serenidad del sufrimiento !




Da a la sombra el estremecimiento,
si a la luz el brocal del alborozo,
y llorar tierra adentro como el pozo,
siendo al aire un sencillo monumento.




Anda que te andarás, ir por la pena,
pena adelante, a penas y alegrías
sin demostrar fragilidad ni un tanto.





¡ Oh la luz de mis ojos qué serena !
¡ qué agraciado en su centro encontrarías
el desgraciado alrededor del llanto !



...



4



Yo te agradezco la intención, hermana,
la buena voluntad con que me asiste
tu alegría ejemplar pero, desiste
por Dios: hoy no me abras la ventana.







Por Dios , hoy no me abras la ventana
la sonrisa, hermana, que estoy triste,
lo mismo que un canario sin alpiste,
dentro de la prisión de la mañana.



No te he de sonreír: aunque porfíes
porque a compás de tu sonrisa lo haga,
no puedo sonreír ante esta tierra.





Hoy es día de llanto: ¿ por qué ríes ?
Ya me duele tu risa en esta llaga
del lado izquierdo, hermana... Cierra: cierra.





5


Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano rápida, y tan pura,
que no menoscabo su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.






Con el golpe amarillo, de un letargo
pasó a una desvelada calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.




Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi torpe malicia tan ajena,





se me durmió la sangre en la camisa
y se volvió el poroso y  áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.

...



( 1 )   Quiero decirte, amor, con sólo esto,
...



6



Cada vez que te veo entre las flores
de los huertos de marzo sobre el río,
ansías me dan de hacer un pío-pío
al modo de los puros ruy-señores.




Al modo de los puros ruy-señores

dedicarte quisiera el amor mío,
requerírte cantando hasta el estío,
donde me amordazaron tus amores.



Demasiado mayor que tu estatura,
al coger por los huertos una poma
demasiado mayor que tu apetito:



demasiado rebelde a la captura,
hacia ti me conduzco por tu aroma
demasiado menor que chiquitito.





7


Después de haber cavado este barbecho,
me tomaré un descanso por la grama
y beberé el agua que en la rama
aumenta su frescura en mi provecho.




Me huele todo el cuerpo a recienhecho
por el jugoso fuego que lo inflama:
cunde la creación y se derrama
a mi mucha fatiga como un lecho.



Se tomará un descanso el hortelano
y aliviará sus penas, combatido
por el viento y el sol de un tiempo manso.





Y otra vez, inclinando cuerpo y mano,
seguirá ante la tierra perseguido
por la sombra del último descanso.






8




Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.





Mi corazón, amor, una granada
de pechiabierto carmesí de cera,
que su sangre preciosa te ofreciera
con una obstinación enamorada.





¡Oh, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
intratable, una oscura y viva nieve !







Por los alrededores de mi llanto,
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.


...



( 1 )   Mi verdadero gesto es desgraciado

...





9




¡ Y qué buena es la tierra de mi huerto !:
hace un olor a madre que enamora,
mientras la azada mía el aire dora
y el regazo le deja pechiabierto.






Me sobrecoge una emoción de muerto
que va a caer al hoyo en paz, ahora,
cuando inclino la mano horticultora
y detrás de la mano el cuerpo incierto.





¿ Cuándo caeré, cuándo caeré al regazo 
íntimo y amoroso, donde halla 
tanta delicadeza la azucena ?





Debajo de mis pies siento un abrazo,
que espera francamente que me vaya
a él, dejando estos ojos que dan pena.


10



Ni a sol ni a sombra vivo con sosiego,

que a sol y a sombra muero de baldío
con la sangre visual del labio mío
sin la tuya negándole su riego.






Arida está mi sangre sin tu apego
como un cardo montés en el estío...
¿ Cuándo será que oiga el pío-pío
de tu beso, mollar pájaro ciego ?





Más negros que tiznados mis amores,
hasta los pormenores más livianos
detallan sus pesares con qué brío.






Dóralos con tus besos, ruy-señores,
alrededor la jaula de tus manos
y dentro, preso a gusto, mi albedrío.



11


Sabe todo mi huerto a desposado,
que está al azahar haciendo de las suyas
y va el amor de píos y de puyas
de un lado de la rama al otro lado.






Jugar al ruy-señor enamorado
quisiera con mis ansias y las tuyas,
cuando de sestear, amor, concluyas
al pie del limonero limonado.



Dando besos al aire y a la nada,
voy por el andador donde la espuma
se estrella  del limón intermitente.





¡ Qué alegría ser par, amor, amada,
y alto bajo el ejemplo de la pluma,
y qué pena no serlo eternamente !



...




( 2 )   Sin poder. como llevan las hormigas

...






12





La pena, amor, mi tía y tu sobrina,
hija del alma y prima de la arena,
la paz de mis retiros desordena
mandándome a la angustia, su vecina.






La postura y el ánimo me inclina;
y en la tierra doy siempre menos buena,
que hijo de pobre soy, cuando esta pena
me maltrata con su índole de espina.




Querido contramor, cuánto me haces
desamorar las cosas que más amo,
adolecer, vencerme y destruirme !





¡ Esquivo contramor, no te solaces
con oponer la nada a mi reclamo,
que ya no sé qué hacer para estar firme !







13




Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.






Pena con pena y pena desayuno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.



Cardos, penas, me ponen su corona,
cardos, penas, me azuzan sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.





No podrá con la pena mi persona
circundada de penas y de cardos...
¡ Cuánto penar para morirse uno !







14


La pena hace silbar, lo he comprobado,
cuando el que pena, pena malherido,
pena de desamparo desabrido,
pena de soledad de enamorado





¿Qué ruy-señor amante no ha lanzado
pálido, fervoroso y afligido,
desde la ilustre soledad del nido
el amoroso silbo vulnerado?




¡Qué tórtola exquisita se resiste
ante el silencio crudo y favorable
a expresar su quebranto de viuda?






Silbo en mi soledad, pájaro triste,
con una devoción inagotable,
y me atiende la sierra siempre muda.


...


( 2 )   Las fatigas divinas, las fatigas


...
15


Ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la madera de mi caja.





Ya, tal vez, la combate y la trabaja
el leñador del ímpetu asesino,
y, tal vez, por la cuesta del camino,
dando un olor a vida, muerta baja.



Ya, tal vez, la reduce a geometría:
rectas, planos, la mano que le apresta
el último zapato a todo vivo.






Y cierta, sin tal vez, la tierra umbría
desde la eternidad está dispuesta
a recibir mi adiós definitivo.



16


Una querencia tengo por tu acento
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento





Paciencia necesita mi tormento,
urgencia de tu amor y galanía,
clemencia de tu voz la tuya mía
y asistencia el estado en que lo cuento.


¡ Ay querencia, dolencia y apetencia!:
me falta el aire tuyo, mi sustento,
y no sé respirar, y me desmayo.





Que venga, Dios, que venga de su ausencia
a serenar la sien del pensamiento
que me mata con un eterno rayo,



17



Como queda en la tarde que termina,
convertido en espera de barbecho
el cereal rastrojo barbihecho
hecho una pura llaga campesina,





hecho una pura llaga campesina,
así me quedo yo solo y maltrecho
con un arado urgente junto al pecho,
que hurgando en mis entrañas me asesina.




Así me quedo yo cuando el ocaso,
escogiendo la luz, el aire amansa
y todo lo avalora y lo serena:





perfil de tierra sobre el cielo raso,
donde un arado en paz fuera descansa
dando hacia dentro un aguijón de pena..



...



( 2 )   Suelto todas las riendas de mis venas
...


18


Como recojo en lo último del día,
a fuerza de honda, a fuerza de meneo,
en una piedra el sol que ya no veo,
porque ya está su flor en su agonía,





así recoge dentro el alma mía
por esta soledad de mi deseo
siempre en el pasto y nunca en el sesteo,
lo que le queda siempre a mi alegría:




una pena final como la tierra,
como la flor del haba blanquioscura,
como la ortiga hostil desazonada,





indomable y cruel como la sierra,
como el agua de invierno terca y pura,
recóndita y eterna como nada.








19


Fuera menos penado si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.





Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya, miera.



Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si lo alanzo, ola,
cerca una vez, pero un millar no cerca.





Garza es mi pena, esbelta y negra garza,
sola, como un suspiro y un ay, sola,
terca en su error y en su desgracia terca.


20


Te espero en este aparte campesino
de almendro que inocencia recomienda:
a reducir mi voz por esa senda
ven que se va otra vez por donde vino.





En el campo te espero: mi destino,
junto a la flor del trigo y de mi hacienda,
y al campo has de venir, distante prenda,
a quererme alejada del espino.


Quiere el amor romero, grama y juncia:
ven que romero y grama son mi asedio
y la juncia mi límite y mi amparo.






A tu boca, tan breve se pronuncia,
se le va a derramar lo menos medio
del beso que a tu risa le preparo.




...




( 2 )   Al caer en el hoyo... Sin arenas,

...


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         


21



Una interior cadena de suspiros
al cuello llevo crudamente echada,
y en cada ojo, en cada mano, en cada
labio dos riendas fuertes como tiros.





Cuando a la soledad de estos retiros
vengo a olvidar tu ausencia inolvidada,
por menos de un poquito, que es por nada,
vuelven mis pensamientos a sus giros.



Alrededor e ti, muerto de pena,
como pájaros negros los extiendo
y en tu memoria pacen poco a poco.






Y angustiado desato la cadena,
y la voz de las riendas desoyendo,
por el campo del llanto me desboco.




22







Te me mueres de casta y de sencilla ...
Estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.





Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquel dulcísimo suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.




El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.







Y sin dormir, amor, celosamente,
me vigilas la boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.


23





Un acometimiento de osadía,
de ángel en rebelión, a la distancia
de tus brazos, esbelto de arrogancia
con una mar en ímpetu, me envía.





Cuando me acuerdo de la sangre umbría:
de la sangre mi madre, en circunstancia
de resplandor, palmera y abundancia,
para siempre tuya y por desgracia mía.



Mi gallo, amor, mi yugo y mi quebranto:
mi sangre, que me imprime contra todo
y me imposibilita el aire, loca.





Que me derriba apenas me levanto,
y me pulsa y me lleva ¡de qué modo!
a la visiva sangre de tu boca.





24








Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.





Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.




Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.






Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.






25



Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
cuando se viene y va de la alegría
como un mar meridiano a una bahía
esquiva, cejijunta y desolada.






Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía
que sufrir el rigor de esa agonía
de abocarme y ver piedra en tu mirada.



Me callaré, me apartaré (si puedo),
con mi pena constante, instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.




Me voy, amor, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena.
Adiós, amor, adiós hasta la muerte.






MIGUEL HERNÁNDEZ
XXX
23/9/2016
Detand





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Queridos amigos:
Paso a contaros que durante este verano pasado de 2016, en Carrascal fruto de una conversación con Emilio de Diego. ( amigo y compositor ) caí en la cuenta de que no sabía donde podía tener las ilustraciónes de El silbo vulnerado.
Apesadumbrado por ello y aprovechando un libro que Emilio me regalaba, y que justamente lleva en él, el texto de este poema.
Decido no traumatizarme por ello y acometí su nueva ejecución,
puesto a ello realicé los trabajos siguientes. Y ya contado el hecho, paso a mostrárlos.









1

Para cuando me ves tengo compuesto,
de un poco antes de esta venturanza,
un gesto favorable de bonanza
que no es, amor mi verdadero gesto.


Quiero decirte, amor, con sólo esto,
que cuando tú me das a la olvidanza,
reconcomido de desesperanza,
¡cuánta pena me cuestas y me cuesto!




Mi verdadero gesto es desgraciado
cuando la soledad me lo desnuda,
y desgraciado va de polo a polo.


Y no sabes, amor, que si tú el lado
mejor conoces de mi vida cruda,
yo nada más soy yo cuando estoy solo.



Sin poder, como llevan las hormigas
el pan de su menudo laboreo,
llevo sobre las venas un deseo
sujeto como pájaro con ligas.


Las fatigas divinas, las fatigas
de la muerte me dan cuando te veo
con esa leche audaz en apogeo
y ese aliento de campo con espigas.





Suelto todas las riendas de mis venas
cuando te veo, amor, y me emociono
como se debe emocionar un muerto.


el caer en el hoyo... Sin arenas,
rey de mi sangre, al verte me destrono,
sin arenas, amor, pero desierto.



3





Gozar y no morirse de contento,
sufrir, y no vencerse en el sollozo:
¡Oh, qué ejemplar severidad del gozo
y qué serenidad del sufrimiento!


Dar a la sombra el estremecimiento,
si a la luz el brocal del alborozo,
y llorar tierra adentro como el pozo,
siendo al aire un sencillo monumento.





Anda que te andarás, ir por la pena,
pena adelante, a penas y alegrías
sin demostrar fragilidad ni un tanto


¡Oh la luz de mis ojos qué serena!:
¡qué agraciado en su centro encontrarías
el desgraciado alrededor del llanto!






4


Yo te agradezco la intención, hermana,
la buena voluntad con que me asiste
tu alegría ejemplar: pero, desiste
por Dios: hoy no me abras la ventana.


Por Dios, hoy no me abras la ventana
de la sonrisa, hermana, que estoy triste,
lo mismo que un canario sin alpiste,
dentro de la prisión de la mañana.

 
 ññññ

Hasta aquí hice este verano, 2016
Si Dios me lo permite prometo
seguir ejecutándolo hasta dar fin al proyecto.

De momento queda en promesa ...
¡ Veremos si la cumplo !
26-diciembre-2016
Detand