jueves, 21 de abril de 2016

LOPE de VEGA



LOPE DE VEGA



CUANTAS VECES  SEÑOR, ME HABÉIS LLAMADO

EL PASTOR DIVINO

¿ QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS ?




LOPE DE VEGA






CUANTAS VECES SEÑOR ME HABÉIS LLAMADO






¡ Cuantas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuantas con verguenza he respondido,
desnudo como Adan, aunque vestido
de las hojas del árbol mdel pecado.

Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido, !
al mismo precio que me habéis comprado..




Besos de paz, Os di para ofenderos,
pero si, fugitivos de su dueño,
hierran, cuando los hallan, los esclavos,

hoy me vuelvo con lágrimas a veros:
clavadme vos a vos en vuestro leó,
y tendréisme seguro con tres clavos.

Lope de Vega.




XXX







EL PASTOR DIVINO





Pastor que con tus silvos amorosos,
me despertaste del profundo sueño
tú, que hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve los ojos a mi
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguirte empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.




Oye, Pastor, que por amores  mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.


Espera, pues, y escucha mis cuidados
pero ¿ como  te digo que me esperes
si estás para esperar los pies clavados ¿


Lope de Vega



XXX







¿ QUÉ TENGO YO, QUE MI AMISTAD PROCURAS ?




¿ Qué tengo yo, que mi amistad procuras
¿ Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocio,
pasas las noches del invierno oscuras ?

¡ Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abri ¡  ¡ Qué extraño desvarío,
so de ,o omgratotid eñ joeñp frçop
secó las llagas de tus plantas puras !




¡ Cuántas veces el ángel me decía:
" Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía !

¡ Y cuántas, hermosura soberana,
" Mañana le abriremos, respondía,
para lo mismo responder mañana !



Lope de Vega


* * * * *
Entre las rimas sacras de Lope, es éste un poema que, por su aparente simplicidad, por la espontánea fluencia de sus versos y la sinceridad de los sentimientos expresados en ellos, ha sonado siempre como sencilla oración popular, lejos de toda afectación y fácil a la inteligencia de cualquier lector. Sus frases transcurren sin tropiezo, sin esfuerzo expresivo alguno, con elocución supuestamente fácil, a pesar de la clásica dificultad de la estructura del soneto. Su facilidad no tiene otra explicación que la que dota a su autor de un dominio total del idioma y una destreza singular en el arte de versificar.
El tema, mil veces vivido por el poeta, tan proclive al desvío como al arrepentimiento, expone una de tantas situaciones de incomodidad interior, ante la sucesión de sus vivencias de hombre pecador que se sabe llamado por Dios, una y otra vez, a la conversión inaplazable. El enfoque compositivo destaca la amorosa y paciente espera silenciosa de Cristo, sujeto a todos los agravios que infiere la infidelidad, con tal de alcanzar al fin una atenta respuesta. En su espiritual desconsuelo, el poeta imagina la dureza de su indiferencia como la actitud de quien sabe a Jesús desamparado a la intemperie fría de la noche, sufriendo el relente tras la puerta, mientras se excusa una y otra vez, sin lograr desalentar por eso las esperanzas de Cristo. Por eso iniciará el poema preguntando ya a Jesús la razón por la que se empeña tanto en procurar su amistad: "¿Qué tengo yo?", pregunta el poeta.
La expresión afectiva ha elegido, por eso, los recursos patéticos de la pregunta, en el primer cuarteto, y la admiración en el resto de las otras tres estrofas, para destacar mejor la hondura sentimental del alma acongojada por su empecatado extravío. La composición va dando curso a un desarrollo graduado de efectos sensibles que rematan su dramatismo en un diálogo con el ángel de la guarda, de intervenciones contrapuestas, que va de los intentos suplicantes que interpretan a Cristo a los desplantes renuentes y esquivos del hombre de fe, pero tibio cristiano que fue siempre Lope.
La supuesta presencia de Jesús apostado a la puerta, es una imagen asimilable a la que se expresa en la parábola evangélica del buen pastor, en línea con otro soneto suyo que inicia su andadura precisamente invocando a Jesús como pastor de los suyos: "Pastor que tus silbos amorosos..." El poema concluye con un quiasmo bellísimo, lleno de contraste y equilibrio expresivos.
Quienes han recorrido la biografía del genial poeta y dramaturgo, reconocen la sinceridad con que, en su soledad y vejez no siempre feliz, el escritor recurría a la plenitud expresiva del arte poética para confesar confuso por qué atrevidos recovecos se empeñó en conducir su propia montura. La grandeza de su obra con que ha premiado al mundo entero, le redime no poco de sus desatenciones para con Dios y sus semejante


Directorio Franciscano " La oración de cada día "


1 comentario:

  1. Es lo q tienen los clásicos, q no se cansa uno de releerlos. Aunque, memorizados los textos hace años, me conmueven tus dibujos y colores con su compañía, la lectura se hace otra, completamente nueva o renovada...
    Msol

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